Está finalizando el año 2009. Son muchos los análisis y las evaluaciones que hemos de hacer desde diversos ángulos. Pero,. Uno de los elementos que hemos de tener muy en cuenta es que la vida ha continuado su ritmo, con altos y bajos, con angustias y esperanzas… Para nosotros en la Iglesia de San Cristóbal que evangeliza en el Táchira, este año que está finalizando ha sido de una especial intensidad en lo que a su misión se refiere. Ha sido un año de gran intensidad evangelizadora. De hecho, siguiendo las indicaciones del santo Padre y de los compromisos adquiridos tanto en Aparecida y el Concilio Plenario de Venezuela, dentro de lo propuesto en el II Sínodo diocesano, nos lanzamos a realizar la MISION DIOCESANA DE EVANGELIZACION 2009. Con ella nos uníamos a la MISION CONTINENTAL: Ya a finales del año 2008, no sólo lanzábamos la invitación para hacer de este año un tiempo de misión fuerte, sino que incluso comenzamos a preparar a los coordinadores de las comunidades y a muchos agentes de pastoral, a fin de iniciar con buen pie el año 2009. Luego del lanzamiento oficial de la Misión Continental en Venezuela el pasado 14 de enero, en Barquisimeto, pocos días después, el 20 de enero, lanzábamos la MISION DIOCESANA. Con la asistencia de todos los párrocos y delegados de las parroquias, en la festividad de San Sebastián hacíamos el envío a la MISION DIOCESANA, entregando a cada parroquia el símbolo de la Cruz de la Misión. Este signo fue notablemente acogido por todos. Los primeros días de la Misión los dedicamos a la formación de agentes parroquiales y a difundir la acciòn misionera por todas partes. Luego, en la Cuaresma y en la Pascua, con iniciativas propias de las parroquias, se realizó la visita a los hogares. Hubo parroquias que lograron visitar más del 80% de los hogares (aún hay parroquias que lo siguen haciendo, y comenzarán una segunda vuelta). Esto nos permitió ir casa a casa, para recordarles a todos los creyentes que eran discípulos de Jesús. Esa era la primera finalidad de la misión: encontrarnos, sobre todo con los alejados o los que se habían enfriado. El lema de la misión –SOMOS DISCIPULOS DE JESUS, UNETE A NOSOTROS- nos ayudó mucho, pues no se iba a pescar o a condenar, sino a invitar a que todos sintieran el calor del discipulado, al que pertenecen por el bautismo. La semana santa sintió, con una mayor afluencia de fieles a las comunidades parroquiales, el primer efecto de este empuje misionero. Ayudó mucho la sectorización de las parroquias donde se ha venido promoviendo la constitución de las Comunidades Eclesiales de Base. Al finalizar mayo, antes de Pentecostés, con una adecuada preparación de los predicadores, se tuvo la semana cristológica: los misioneros iban a cada sector a hablar de Cristo, en asambleas y con celebraciones sencillas. Terminó esa semana con la celebración parroquial (y en algunos cassos interparroquial) de la Vigilia y fiesta de Pentecostés. Durante la Pascua se siguió con la visita a las casas e instituciones. Y en el mes de agosto, previo a la celebración de N. Sra de la Consolación se realizó la semana eclesiológica, con la misma metodología de la anterior semana cristológica. Los predicadores salieron al encuentro de las comunidades y dentro de ellas dieron catequesis sobre la Iglesia. Al final de la semana hubo dos eventos, uno en las mismas comunidades: se compartió un ágape fraterno, donde todos compartían de lo que tenían. Y luego la gran peregrinación a Táriba para celebrar a María del Táchira. Los conocedores hablan de unas 30 mil personas en la peregrinación de la mañana. La Misa fue en el Coliseo de Táriba que se quedó pequeño. A partir del mes de marzo y hasta el 8 de diciembre se tuvo la predicación del Pastor Diocesano en las parroquias (o grupos de parroquias) para confirmar en la fe a todos los creyentes. La predicación permitió el encuentro del pastor con las comunidades y con los misioneros. Fue una jornada agotadora que llevó al Pastor cada fin de semana por los caminos del Táchira. Además de quienes participaban por la radio y hasta por TV, se reunieron a lo largo de estas semanas unas quince mil personas para escuchar la predicación del pastor, que se centró eminentemente sobre lo que significa ser discípulos y misioneros de Jesús. Culminó esta experiencia con la celebración de consolidación de la misión diocesana el pasado 12 de diciembre, en Táriba con una asistencia de muchos fieles y sacerdotes. Por esto y otras maravillas más de la misericordia de Dios, podemos decir que el año 2009 fue un tiempo de experiencia evangelizadora. Pero no se queda allí. Ahora comenzamos el TIEMPO DE LA PALABRA. 2010, de hecho, será el AÑO DE LA PALABRA DE DIOS EN NUESTRAS COMUNIDADES. En el 2009, pudimos distribuir 10 mil Biblias. Para el próximo año, se piensa distribuir una cantidad parecida. Con la puesta en marcha ya de las Comunidades Eclesiales de Base, se tiene previsto que la principal actividad misionera será la de que cada comunidad y cada familia lea la Palabra de Dios. Con esto se cumple una solicitud del Concilio Plenario de Venezuela y nuestro II Sínodo Diocesano: poner en las manos del pueblo la Palabra de Dios para que la haga vida. Damos gracias a Dios. Ciertamente que desde muchos aspectos, el año 2009 no ha sido fácil. Eso se siente de manera particular en esta tierra fronteriza. Pero la Iglesia no ha dejado de serlo y de cumplir con su tarea evangelizadora. El año que viene comienza otra fase o etapa de la MISION DIOCESANA para cumplir con el compromiso de la MISION CONTINENTAL. Lo importante es que el Señor ha estado grande con nosotros y estamos contentos… Lo bonito es que con toda sencillez, estamos diciendo sí a Dios, como lo hizo María el día de la anunciación. +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.