FOTOS JMJ MADRID 2011

22/2/09

HACER NUEVO TODO

El Profeta Isaías anuncia que Dios hará nuevas todas las cosas. Frente a las posturas cerradas del pueblo de Dios, el profeta hace sabe un oráculo del mismo Dios: Miren, voy a realizar algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan? Nuevamente, retoma el tema de la promesa de salvación. Para poder notar lo nuevo que vendrá, el mismo pueblo debe estar en una plena sintonía con Dios. De lo contrario, buscará caminos diversos y endurecerá su corazón., con lo cual retrocederá y preferirá las cosas pasadas, como les pasó a los israelitas en el camino a la tierra prometida. Se cansaron porque perdieron de vista quién los guiaba por el inmenso desierto y llegaron a suspirar por “las cebollas amargas” que, al menos comían en Egipto durante la esclavitud.

El mismo profeta emplea una hermosa imagen para referir lo que Dios les está diciendo a su pueblo: Trazaré un camino en el desierto, rutas en la llanura. Es una imagen llena de esperanza: sólo Dios puede trazar caminos en el desierto, rutas de llanura, sin que los arenales de las dunas los acaben o tapen. Esta imagen está significando la preocupación de Dios por su pueblo. Si es capaz de hacer esos caminos por el desierto, es capaz de hacer nuevo todo; es decir de darle un nuevo impulso a su pueblo. Por eso, el mismo profeta indica cuál va a ser la actitud de ese pueblo, actitud marcada por la fe y la esperanza: Entonces el pueblo que me he formado proclamará mis alabanzas. No se trata de unas alabanzas como un mero cumplido, sino más bien, en el espíritu del texto bíblico, de una profesión de fe: el pueblo, salvado y conducido por Dios hacia terrenos seguros, aún en medio de un desierto, al sentir la fuerza de la novedad de Dios, proclamará las alabanzas; es decir reconocerá que Dios es Dios, y mantendrá la sintonía o comunión con Él.

La Iglesia, pueblo de Dios, es heredera de ese pueblo que tuvo que caminar por el desierto y anhelar las cosas nuevas. Ya disfruta de la novedad de vida. Pero, este texto isaiano le permite recordar que debe estar en una actitud de esperanza. Hoy, con su misión de evangelizar a todos los pueblos, la Iglesia no debe darse el lujo de instalarse ni de dormirse, como tampoco de dejarse llevar por la rutina ni el conformismo. De hecho Pablo, al referirse a los creyentes, indica que han sido introducidos en el camino de la novedad de vida; esto es, de la salvación. Y es lo que debe hacer la Iglesia que convoca a todos los creyentes y a la humanidad hacia la plenitud de vida.

En los momentos actuales, cuando estamos comenzando a darle fuerza a la Misión Diocesana de Evangelización, en el marco de la gran Misión Continental, la imagen del profeta Isaías sale a nuestro encuentro para recordarnos que debemos notar la fuerza de lo nuevo creado por Dios: su presencia salvadora que actúa en medio de la humanidad, gracias a Jesucristo. El Señor nos ha colocado en este mundo para que no sólo anunciemos, sino que también seamos sus colaboradores en la tarea de hacer caminos de llanura por el desierto que ha de transitar la humanidad. Y la fuerza que la Iglesia posee es la de la novedad de Cristo, el Señor, salvador y liberador. Para eso evangeliza.

Con el entusiasmo que nos debe caracterizar, pues actuamos en el nombre del Señor y con la luz de su Espíritu, los miembros de nuestra Iglesia diocesana hemos de animar a todos a seguir por las sendas de Dios. Por eso, con las diversas actividades propuestas, más las que las iniciativas personales y comunitarias surjan, hemos de ir al encuentro de todos para recordarles, en primer término, que son hijos de Dios, discípulos de Jesucristo; así les recordaremos que también pertenecen a la Iglesia, para luego invitarles a que se unan a nosotros. No olvidemos que el lema de la Misión Diocesana es: SOMOS DISCIPULOS DE JESUCRISTO ACA EN EL TÁCHIRA… ÚNETE A NOSOTROS.

El éxito de la Misión Diocesana no se medirá por el número de misioneros, o por la cantidad de actividades realizadas, sino por una sola cosa: el haber sido instrumentos para que muchos más logren animarse al encuentro vivo con Jesucristo0. Es decir, porque habremos crecido en el anuncio y la edificación del Reino de Dios. Entonces, nos pasará lo que anunciaba el profeta: el pueblo que me he formado proclamará mis alabanzas.


+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

Resultados Preliminares del Diagnostico Moral del Táchira