A LOS SEMINARISTAS
DE LA DIOCESIS DE SAN CRISTOBAL
¡SALUD Y PAZ EN EL SEÑOR!
Queridos hijos:
Al conmemorarse un nuevo aniversario de nuestro Seminario Diocesano, quiero dirigirles a todos ustedes un afectuoso mensaje. En él, va mi cariñoso laudo para cada uno de ustedes, que constituyen, tomando las palabras del Divino Maestro, el “pequeñito rebaño” en el cual se cifran tantísimas esperanzas del pueblo de Dios. Ustedes vienen de él de sus comunidades y hogares, y se preparan para ser servidores de ese mismo pueblo al cual pertenecen. Mi saludo va acompañado con mi voz de aliento para que, centrados en Jesús e iluminados por el Espíritu, continúen su formación humana y sacerdotal.
Damos gracias a Dios por nuestro Seminario: fundado por el I Obispo de San Cristóbal, el Siervo de Dios Tomás Antonio Sanmiguel, y fortalecido por los siguientes Obispos, él constituye el ALMA MATER de nuestra Iglesia local. Con la ayuda de los formadores y numerosos bienhechores, ha dado frutos que han venido enriqueciendo al pueblo de Dios. Hoy, ustedes son no sólo los herederos del esfuerzo y compromiso formador de la Iglesia, sino también actores decididos que están aprendiendo a configurarse con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Así, durante el tiempo de su formación, se preparan para ser mejores discípulos de Jesús Maestro y servidores del pueblo de Dios, cuando reciban el sacramento del Orden.
Ciertamente que la formación que reciben es de carácter integral. Y buscamos que sea de alta calidad en todos los sentidos. Es importante fortalecer las diversas áreas de la misma: humana, espiritual, académica y pastoral. Queremos que lleguen a ser pastores según el corazón de Dios. Ello supone y requiere que ya desde estos tiempos del Seminario sean testigos del Señor Jesús; es decir, hombres que se distingan por su vida de fe, esperanza y caridad. Para ello, sepan tener los mismos sentimientos de Jesús y actuar en su nombre.
Si esto realizan, no sólo aprovecharán todos los aspectos de su proceso formativo, sino que demostrarán que la razón de ser de sus existencias es Cristo el Señor. De igual manera, el discernimiento vocacional se hará con rectitud de intención y crecerán tanto la fidelidad como la perseverancia.
Para todo esto, además de medios importantes, es necesario e irrenunciable que la Palabra y la Eucaristía constituyan los ejes de sus vidas, hoy y siempre. De hecho, se están preparando para ser edificadores de la comunión eclesial, y tanto la Palabra como la Eucaristía constituyen parta esencial del ministerio sacerdotal. Busquen en ellas, fuentes de vida, las luces, la sabiduría, la fuerza y el entusiasmo apostólico que les permitan una formación madura y eclesial.
Si todo esto lo toman en serio, entonces nunca perderán de vista ni al Señor ni al pueblo de Dios. Así crecerán también como hombres de Dios, capaces de dar lo mejor de sí –incluso la propia vida- y de reflejar en ustedes, ya desde ahora, la imagen del Buen Pastor.
Les garantizo un recuerdo continuo en la oración. Los animo y les reitero mi afecto. Que el ejemplo del Santo Cura de Ars y de Santo Tomás de Aquino –patrono de nuestro Seminario Diocesano- les estimule a ser santos y fieles discípulos de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote; y que María del Táchira, nuestra señora de la Consolación, les proteja y acompañe con su maternal protección.
Con mi bendición de padre y pastor,
+Mario del Valle, Obispo de San Cristóbal.
San Cristóbal, 2 de febrero del año 2011.