FOTOS JMJ MADRID 2011

31/3/10

“Cada miércoles santo en Venezuela contemplamos a Jesús, el Nazareno”


Prensa DiócesisSC.- Este miércoles santo en horas de la mañana se llevó a cabo una celebración eucarística para pedir de manera especial por los enfermos, donde también se le administro el sacramento de la Unción de Enfermos a los convalecientes que participaron de esta misa que oficio monseñor Mario Moronta en la Catedral de San Cristóbal.

En su reflexión el Obispo de San Cristóbal hizo referencia a la contemplación que se hace cada miércoles santo en Venezuela al Nazareno. “Año tras año, en la semana mayor, cada miércoles santo en Venezuela contemplamos a Jesús, el Nazareno, con su cruz a cuestas camino del Calvario. A Él acuden presurosos tantos hombres y mujeres para encontrar un consuelo, para conseguir un favor o una gracia especial y junto a ello para manifestar su adhesión de fe y amor”.

“La fe de nuestro pueblo va descubriendo en la figura del Nazareno al Salvador, al sacerdote que ofrece el Sacrificio y que, a la vez, hace de mediador. Por eso, con sencillez pero con fe, se le acompaña, se le contempla y se siente su fuerza”, manifestó el Prelado a quienes asistieron a la eucaristía.

Posteriormente los enfermos fueron ungidos con el Óleo bendito, para recibir este sacramento de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de fragilidad de la vejez.

Himilia pronunciada por Mons. Mario Moronta este Miercoles Santo:



Año tras año, en la semana mayor, cada miércoles santo en Venezuela contemplamos a Jesús, el Nazareno, con su cruz a cuestas camino del Calvario. A Él acuden presurosos tantos hombres y mujeres para encontrar un consuelo, para conseguir un favor o una gracia especial y junto a ello para manifestar su adhesión de fe y amor. ¿Qué viene a contemplar nuestra gente en la figura del Nazareno?

No viene por un simple recuerdo histórico. Viene porque sabe que en esa figura se recuerda al Salvador que ha cargado con la cruz para darnos la salvación. En él se cumple lo anunciado por el profeta: que es capaz de consolar, dar fuerza al abatido, al pobre, al necesitado. A la vez, luego de haber superado la angustia del huerto de Getsemaní, -donde incluso llegó a pedirle al Padre que si era posible le quitara el cáliz que iba a beber- Jesús manifiesta que cuenta con la ayuda de su Padre.

Ha sido traicionado por uno de los suyos, como nos cuenta el evangelio que acabamos de leer hace poco. Ha sufrido el suplicio y hasta ha sido rebajado en su dignidad por el martirio recibido. Sin embargo, allí está: caminando firme hacia el Calvario, a pesar de su debilidad, que le viene por no haber comido en las horas anteriores, por los maltratos y por la angustia ante la condena a muerte… Pero, la gente se puede identificar con Él porque su camino al Calvario es una profecía: es la seguridad para los que se han decidido a seguirlo como discípulos.

Camino al Calvario, va el que ha sido despreciado pera para hacer el acto más sublime de la historia de la humanidad: la salvación. Lo hará quien es Sacerdote de verdad: como Isaac cuando iba hacia el sacrificio, Él mismo iba llevando el leño donde iba a ser crucificado. Como Melquisedec, Sacerdote, Él estaba llevando la víctima para el sacrificio, el nuevo pan de su cuerpo y el nuevo vino de su sangre. Jesús camina hacia el Calvario como sacerdote que ofrece y víctima que se ofrece.

La fe de nuestro pueblo va descubriendo en la figura del Nazareno al Salvador, al sacerdote que ofrece el Sacrificio y que, a la vez, hace de mediador. Por eso, con sencillez pero con fe, se le acompaña, se le contempla y se siente su fuerza. Ante Él, acuden muchos a pedir lo que hemos cantado en el salmo responsorial: Por tu bondad, Señor, socórrenos”. Y, a la vez, sentirán los efectos de su acto sacerdotal y pascual, como lo dice el salmista: Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, no olvida al que se encuentra encadenado.

La razón de todo esto se encuentra en la misma persona de Jesús. Es el Buen Pastor que está demostrando que da la vida por sus ovejas… para salvarlas, para conducirlas al redil seguro… para convertirlas en hijas de Dios. Es el fruto de su acción sacerdotal que se realiza en la Pascua y abre caminos de novedad al sellar la nueva alianza entre Dios y los seres humanos.

Concurrido Viacrucis de la Ciudad de San Cristóbal


Prensa DiócesisSC.- Ayer martes santo se llevó cabo el IX Viacrucis de la ciudad de San Cristóbal, desde la parroquia Santísima Salvador en Pueblo Nuevo hasta la Catedral de San Cristóbal. La procesión del viacrucis estuvo encabezado por monseñor Mario Moronta, y sacerdotes y seminaristas de la Diócesis.

La meditación de los estaciones del camino de la cruz se realizaron a lo largo de las avenidas Ferrero Tamayo, Carabobo y Quinta. Durante el trayecto los sacerdotes ofrecían catequesis sobre el significado de la pasión y muerte de Jesucristo.

El Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta, expresó que este viacrucis es un “mensaje de amor y de paz que nos da Jesucristo para ayudar a fortalecernos en ese entusiasmo de cristiano que tiene que distinguirnos a los tachirenses, para que esta semana santa sea otra forma de crecimiento espiritual para seguir edificando el Reino de Dios en nuestra Iglesia”, dijo.

En el recorrido el Obispo invitó a grupos de personas a cargar con la cruces del viacrucis; ayudaron los niños, los adolecentes, los jóvenes, los novios, los matrimonios, los abuelos, las religiosas, los divorciados, los familiares de secuestrados, las autoridades gubernamentales, seminaristas, comunicadores sociales, y los sacerdotes.

Al llegar al atrio de la Catedral se escenifico la última estación, Jesucristo Resucita Victorioso, y el Obispo junto con los sacerdotes presentes impartieron la bendición a la gran cantidad de fieles que participaron del viacrucis.

30/3/10

Obispo de San Cristóbal galardonado con el Emblema de Oro 2010


Prensa DiócesisSC.- En el marco de la celebración de los 449 años de la ciudad de San Cristóbal el Consejo Municipal de la Alcaldía de ésta entidad, realizó una Sesión Solemne en el Atrio de la Catedral para conceder al Excmo. Mons. Dr. Mario del Valle Moronta Rodríguez, Obispo de San Cristóbal, el Emblema de Oro de la Ciudad de San Cristóbal 2010.

Ésta insignia es concedida a las personalidades que se destacan por su espíritu emprendedor y amor a la ciudad capital del Estado Táchira. En ésta ceremonia el presbítero Bourelli Arellano, Vicario General de la Diócesis, fue designado para pronunciar el discurso de elogio al Prelado galardonado.

“Con una inmensa alegría hablo de un hombre elegido por Dios para enseñar, gobernar y santificar al pueblo santo de Estado Táchira”, fueron las palabras iniciales del Padre Arellano, quien además exaltó algunas virtudes de monseñor Mario Moronta, entre ellas, el perdón, la enseñanza, su gobierno eclesiástico, su trabajo santificador, su alegría, su responsabilidad, y su episcopado de servicio y testimonio.

Por su parte el Obispo de San Cristóbal, agradeció al Consejo Municipal por la entrega del Emblema de Oro 2010, y manifestó no ser un logro personal y sino un reconocimiento a toda la Iglesia del Táchira.

En los 449 años de San Cristóbal “La Iglesia da una respuesta”


Prensa DiócesisSC.- En el marco de los 449 años de la ciudad de San Cristóbal, monseñor Mario del Valle Moronta, obispo de la Diócesis de San Cristóbal, celebró la eucaristía de acción de gracias y deseó que “la ciudad siga creciendo como una ciudad hermosa, con una gran zona metropolitana que ya abarca varios municipios; que siga siendo lo que siempre ha sido a pesar de la deficiencia de algunos de sus habitantes pero que siga siendo una ciudad de cultura, de cordialidad, de mucha fe y que apunta siempre hacia adelante, hacia la esperanza y que se distinga por la práctica de los valores morales que hoy está siendo tan atacado por gente que prefiere el comercio de la muerte, por eso es importante que San Cristóbal se distinga desde su cordialidad en ser una ciudad para que brille y se contagie los valores fundamentales de la ética y de la moral inspirados también por algo que es muy característico en el Táchira como lo es su fe religiosa”.

Referente a la situación actual que se ha estado viviendo en las últimas semanas en la región en cuanto a las altas temperaturas y el racionamiento de energía eléctrica, monseñor Moronta destacó que “nosotros hemos tratado de adaptar nuestro calendario y nuestro trabajo pastoral para atender mejor a la gente. Yo no he dejado de hacer mis visitas pastorales y dentro de las visitas pastorales en zonas muy difíciles como en San Antonio y La Fría pues nos hemos adaptado un poco a las necesidades y problemas de la gente”.

--La Iglesia da una respuesta, no huye de los problemas, como huye mucha gente que lo que hace es criticar el problema, nosotros tratamos de dar una solución y compartir la vida con los demás; a mí también me toca sufrir haciendo cola para surtir de gasolina, con los apagones, en algunas parroquias se ha venido dando soluciones con la compra de plantas eléctricas precisamente para que no se eliminen los oficios religiosos, acotó monseñor Moronta.

El Obispo señaló “nunca hemos cerrado las puertas a las mediaciones y al diálogo, ahora, seguimos abiertos y dispuesto a ese diálogo por motivo a nuestra fe y porque somos ciudadanos de una sociedad donde todos queremos vivir en paz y en justicia”.

Finalmente monseñor Moronta, resaltó que “estamos llevando a cabo la Misión Diocesana y en este momento nos está llevando a vivir y a trabajar la Palabra de Dios en las comunidades. En los últimos meses hemos entendido y hemos encontrado que mucha gente se ha acercado para hacer realidad el slogan de nuestra misión Únete a nosotros”.

Afluencia de penitentes a jornada de confesiones en la Catedral


Prensa DiócesisSC.- Ayer lunes una gran cantidad de fieles asistieron a la jornada de confesiones que se realizó en la catedral de San Cristóbal, que comenzó a las 7 de la mañana y concluyó en horas de la noche. Los sacerdotes de las parroquias de la ciudad estuvieron atentos durante todo el día para recibir a los penitentes.

El Catecismo de la Iglesia Católica señala que "Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados”.

Por esta razón, y para vivir en gracia de Dios la semana santa los fieles se acercaron a los confesionarios para restaurar su amistad con Dios. Además del sacramento de la Reconciliación, la Iglesia también insiste en las prácticas penitenciarias del ayuno, la oración y la limosna.

La señora Isabel Mujica, penitente que asistió a la Catedral en horas de la tarde, manifestó su experiencia en el confesionario, “la confesión me da paz, y mucha fuerza para amar a Dios y al prójimo. Cada vez que me confieso renuevo mi fe”, dijo.

Quienes quieran hacer penitencia también podrán participar del Viacrucis de la Ciudad que se realizará este martes, que luego de las 5 de la tarde partirá desde la Parroquia Santísimo Salvador hasta la Catedral de San Cristóbal. En las demás parroquias de la Diócesis se también realizarán durante estos días jornadas de confesión, y la práctica del santo viacrucis.

28/3/10

Mons. Moronta: “Con la celebración del Domingo de Ramos comenzamos de manera directa la Semana Santa”


Prensa DiócesisSC.- Los fieles de la Catedral de San Cristóbal se reunieron este domingo en la mañana para la celebración del Domingo de Ramos, que es el recuerdo de la entrada de Cristo en Jerusalén para consumar su misterio pascual. La celebración la presidio monseñor Mario Moronta, junto a otros sacerdotes.

La ceremonia comenzó en el Barrio Guzmán con la bendición de los ramos, que son signo de la aclamación de Jesús como Rey. Seguidamente los fieles junto a su Pastor peregrinaron hasta la Catedral para la celebración de la misa.

“Con la celebración del Domingo de Ramos comenzamos de manera directa la Semana Santa. En ella, conmemoramos el misterio de la Pascua, es decir de la entrega e inmolación pascual del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, indico monseñor Moronta en la homilía.

“La entrada a Jerusalén no fue entendida por los jefes de los judíos. No era la entrada de un Rey cualquiera, sino de aquel que iba a inaugurar con su entrega sacerdotal el nuevo Reino. La gente sencilla, la única que puede entender las maravillas de Dios, sí comprende lo que está sucediendo. Por eso aclaman al Señor: Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

Finalmente el Obispo señaló que el domingo de ramos es una oportunidad para renovar la fe y la comunión Cristo, para ello invito a participar de las celebraciones de la semana santa en cada una de las parroquias. De manera particular invitó a las jornadas de Confesiones que se efectuará este lunes santo en la Catedral de San Cristóbal, de 7 de la mañana hasta las 7 de la noche; también invitó al IX Viacrucis de la ciudad que el próximo martes santo comenzara a las 5 pm desde la parroquia Santísimo Salvador.



Homilia del Obispo de Domingo de Ramos

Con la celebración del Domingo de Ramos comenzamos de manera directa la Semana Santa. En ella, conmemoramos el misterio de la Pascua, es decir de la entrega e inmolación pascual del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Como tal, es la celebración de un hecho eminentemente sacerdotal. Es así, pues conmemoramos al Sumo y Eterno Sacerdote que se hizo víctima propiciatoria, para alcanzar la comunión de Dios y la humanidad, rota por el pecado de los primeros padres.

La entrada a Jerusalén no fue entendida por los jefes de los judíos. No era la entrada de un Rey cualquiera, sino de aquel que iba a inaugurar con su entrega sacerdotal el nuevo Reino. La gente sencilla, la única que puede entender las maravillas de Dios, sí co prende lo que está sucediendo. Por eso aclaman al Señor: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Luego de un peregrinar haciendo el bien y anunciando el Reino, con enseñanzas y acciones y signos prodigiosos, Jerusalén entra en la ciudad sacerdotal por excelencia. Es allí donde va a ofrecer el verdadero y auténtico sacrificio: la donación de su vida. Con ello, no sólo logrará restablecer la comunión con Dios, sino que inaugurará la nueva Alianza.

Con su llegada a Jerusalén, se va a cumplir la profecía, pues con la entrega sacerdotal de Jesús, se podrá confortar al abatido. Ya lo había hecho con sus palabras de vida. Ahora lo va a hacer ofreciendo su espalda y su mejilla ante quienes le van a herir y torturar. Así, por otra parte, el Redentor va a demostrar que se hizo el más pobre de todos para enriquecer a cada uno. Por eso, se hizo semejante a los hombres. Se humilló hasta aceptar la muerte de cruz. Así demostró la obediencia a la voluntad del Padre Dios.

En su acto redentor, Jesús es exaltado sobre todas las cosas. A partir de entonces, es reconocido como el Señor. Ante Él se doblará toda rodilla. Con su entrega pascual y sacerdotal, Jesús consigue la salvación y manifiesta de manera radical y decidida el poder salvador de Dios.

Nosotros, al conmemorar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, tenemos la oportunidad hermosa de renovar nuestra fe y nuestra comunión, con Aquel que, por otra parte, nos consiguió la comunión con el Padre Dios; tanto que nos convirtió en hijos del Padre. Al escuchar su Palabra y contemplar su entrega, podemos no sólo sentir la fuerza de la salvación, sino también el empuje de su gracia. Con ella no sólo reconocemos en Él al Salvador, sino que lo anunciamos con nuestros labios y por medio de nuestro testimonio. Es lo que tenemos que hacer en el marco de la misión evangelizadora de la Iglesia que hemos recibido como tarea. Así, junto con nosotros, los que reciban nuestro testimonio, también podrán cantar hoy y siempre Bendito el que viene en el nombre del Señor.

27/3/10

Diócesis de San Cristóbal celebró Misa Crismal en Abejales


Prensa DiócesisSC.- Este sábado la Diócesis de San Cristóbal celebró la gran fiesta sacerdotal, con la ceremonia de la Misa Crismal que se efectuó en la parroquia San Miguel Arcángel de Abejales, Municipio Libertador, donde los sacerdotes de esta Iglesia particular renovaron sus promesas sacerdotales ante una gran cantidad de fieles que le acompañaron.

La celebración eucarística se realizó en el Estadium Moraima Guerreo, de esta localidad, que albergo ante un inclemente sol a miles de feligreses de todas las ochenta y seis parroquias del Táchira que asistieron a la Misa Crismal para acompañar a sus sacerdotes, y para también renovar sus compromisos como fieles bautizados en nombre de todo el pueblo de Dios.

El Obispo de San Cristóbal, Monseñor Mario Moronta, presidio esta misa y durante la homilía reflexionó sobre la configuración del sacerdote a tres funciones propias de Cristo. Dijo “Los sacerdotes, configurados a Cristo, reciben las tres funciones propias del sacerdocio de Jesús: son profetas y maestros, por lo que proclaman la Palabra a tiempo y a destiempo; son Pastores, por lo que guían a su grey, conociendo a las ovejas y dejándose conocer por ellas, y, además, poniendo su propia vida como garantía ante ellas; son santificadores para hacer que todos puedan alcanzar la salvación, para ello son ministros de la Liturgia, en especial de los sacramentos y particularmente de la Eucaristía”.

El Obispo también se refirió en su reflexión a la misión de los fieles, indicó que “la misión de este pueblo sacerdotal es invitar y ayudar a todo ser humano a que alcance la salvación. Para ello, además de ofrecerse a Dios como hostias vivas, sus miembros se convierten en lugar de encuentro y en puentes para que la humanidad conozca al Salvador y opte por seguirlo”.

En esta celebración de la Misa Crismal el Obispo bendijo los Santos Oleos, de Catecúmenos y Enfermos, y consagró el Santo Crisma. Estos oleos son utilizados en la administración de algunos sacramentos.

Al final de la ceremonia la parroquia San Miguel Arcángel obsequio una estola, vestidura litúrgica, a cada sacerdote como signo de la celebración del año sacerdotal. Y el Obispo anunció que el próximo año la celebración de la Misa Crismal se realizará en la parroquia San Juan Nepomuceno de Michelena.



Homilia completa de Mons. Mario Moronta, en la Misa Crismal

En este AÑO SACERDOTAL, siguiendo las directrices de la Iglesia, nos volvemos a reunir en torno a nuestro presbiterio para celebrar el día del sacerdocio y la consagración de los óleos santos. Como lo hemos venido haciendo desde siempre, es una hermosa oportunidad para reafirmar nuestro amor y apoyo a todos los miembros de nuestro presbiterio, quienes dentro de algunos minutos, delante de todo el pueblo de Dios acá congregado renovarán sus compromisos sacerdotales. Les invito a contemplar el misterio del sacerdocio, con el cual cada uno de nosotros es beneficiado para conseguir la gracia de Dios y continuar en el camino a la plenitud.

1.
Con la encarnación del Hijo de Dios, pero sobre todo con su entrega pascual, comprobamos la presencia de un nuevo sacerdocio: el de Jesucristo, el Salvador. Con Él, se abre un nuevo sacerdocio, el de la nueva alianza. Ciertamente ha sido prefigurado en el Antiguo Testamento, pero es nuevo y diverso. Mientras en los tiempos antiguos se pertenecía a una familia sacerdotal, con Jesús cambia la situación. Se introduce un cambio radical que hay que tener en consideración.

Jesús realiza la salvación de la humanidad con su entrega redentora, que vamos a celebrar de manera especial en el triduo pascual. Así estaremos ante una realidad única e inédita: Cristo se presenta como el Sacerdote que hace de mediador entre la humanidad y Dios. Y lo hace, siendo Dios y hombre. Como Dios está en plena comunión con el Padre; como hombre, está en comunión con la humanidad. Viene a cumplir la voluntad del Padre, que es la de salvar a todos los seres humanos.

Además de lo novedoso, por el prodigio de la encarnación, Jesús es sacerdote que ofrece una víctima propiciatoria especial: su propia vida. Así se ofrece para conseguir el perdón de los pecados, para quitar el pecado del mundo con el cual se había introducido la ruptura de la humanidad con Dios. El es el sacerdote que se ofrece como víctima para conseguir la salvación de todos. Sacerdote y víctima. Con su sangre, a la vez, se sella una nueva alianza que permite conseguir una especial comunión entre Dios y la humanidad, pues como nos enseña el evangelista Juan, todos los seres humanos hemos adquirido la posibilidad de ser hijos de Dios.

Este hecho maravilloso que Pablo denomina la nueva creación permite que todo seguidor de Jesús se asocie a Él y pueda actuar en su nombre. Como discípulos, los miembros de la nueva alianza en el también nuevo pueblo de Dios, participan de su enseñanza, de su Palabra y de su Vida, por lo cual reciben una misión especial: seguir anunciando el Reino y edificando el Reino de Dios.

2.
Cristo inaugura, con su triunfo pascual, el pueblo de la nueva alianza. Lo incorpora a su acción redentora y así cumple todos los anuncios del antiguo testamento: es el pueblo sacerdotal por excelencia. Cada uno de sus miembros, por el bautismo y la confirmación, se van identificando a Él. Así, se convierten en hostias vivas, ofrendas agradables a Dios, que actúan, con su testimonio, a favor de la misma humanidad a la que pertenecen.

El nuevo pueblo, adquirido por la sangre del Cordero Pascual –sacerdote y víctima-, hereda la condición sacerdotal anunciada en la antigua alianza. A través de sus miembros y en plena comunión con el Señor, actúa de manera sacerdotal: no sólo porque ofrece el sacrificio de la nueva alianza, mediante la acción de sus ministros, sino también porque recibe la misión de ser el puente entre toda la humanidad y Dios. Es pueblo mediador: y por él, Dios salvador se va dando a conocer y va entregando el fruto de comunión que consiguió Jesús en el altar de la Cruz: la salvación.

Con ese pueblo, ya los seres humanos se pueden acercar a Dios y adorarlo en espíritu y verdad desde cualquier parte. Gracias al testimonio decidido de los mismos cristianos, son muchos los que pueden acceder a la condición de hombres nuevos, mujeres nuevas. Es el pueblo sacerdotal –la Iglesia- que tiene en sí la inmensa tarea de ir preparando el banquete del Reino, atrayendo hacia Dios a todos aquellos que aceptan responder a la llamada divina.

3.
Para poder realizar todo esto, dentro de ese pueblo sacerdotal, hay algunos que son elegidos, no para recibir algún privilegio mundano, sino para actuar más directa y sacramentalmente en nombre de Cristo. Ellos reciben el sacramento del Orden Sacerdotal y así son configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Esto marca para siempre su existencia y así se convierten en servidores del pueblo de Dios para hacer memoria viva de Cristo y su acción redentora. Ellos salen del mismo pueblo sacerdotal al cual son destinados a servir. Por eso, San Agustín llega a afirmar que los sacerdotes son pastores de las ovejas, sin dejar de ser ovejas del Pastor Bueno, Jesús.

Los sacerdotes, configurados a Cristo, reciben las tres funciones propias del sacerdocio de Jesús: son profetas y maestros, por lo que proclaman la Palabra a tiempo y a destiempo; son Pastores, por lo que guían a su grey, conociendo a las ovejas y dejándose conocer por ellas, y, además, poniendo su propia vida como garantía ante ellas; son santificadores para hacer que todos puedan alcanzar la salvación, para ello son ministros de la Liturgia, en especial de los sacramentos y particularmente de la Eucaristía.

Como ministros ordenados están directamente al servicio del pueblo de Dios. No son profesionales de lo religioso ni gerentes de la pastoral. En los sacerdotes se aplica de una manera especial lo que Pablo afirma que debe vivir todo cristiano bautizado: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). Por el bautismo ya lo es, pero por ser configurado a Cristo Sacerdote, quien recibe el sacramento del Orden debe manifestarlo en todo momento y en todo lugar: su preocupación es la grey, su interés es la salvación de la humanidad, su riqueza es el tesoro que llevan en los vasos de barro de sus propias personas, su gloria radica en ser capaces de dar la propia vida por sus ovejas…

El sacramento del Orden, por la imposición de las manos del Obispo, les da también un poder… pero no al estilo del mundo. El sacerdote no es un hombre de poderes mundanos, ni de puestos de relevancia, ni de privilegios excluyentes… Está en el mundo pero no es del mundo: por ello, configurado a Cristo, actúa en su nombre y recibe el poder de perdonar, de reconciliar, de edificar la comunión, de ser profeta que proclama e interpreta la Palabra. Ese poder sacerdotal se resume en una cualidad propia de todo aquel que es consagrado como sacerdote: es testigo.

Como tal actúa en el nombre de Jesús. No es extraño que también se le considere “otro Cristo”. Lo da a conocer y, con el entusiasmo y la decisión de su testimonio, guía a su pueblo, sale en busca de la oveja perdida, no tiene reparo de comer con los pobres y los pecadores, tiende la mano a quien lo necesita, sana y cura a los corazones afligidos y desgarrados por el dolor… Pero, ante todo, es el Pontífice, que construye puentes entre Dios y la humanidad, los cuida y vigila y hace que muchos peregrinen por él hasta el encuentro vivo con Jesús y su Padre.

4.
Ahora bien, todo esto es posible gracias a la acción del Espíritu Santo. El es el Consolador, es decir quien da fuerza y alienta tanto la vida cristiana, como el servicio de quienes son llamados para el ministerio sacerdotal. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad Santa que actúa en plena comunión con las otras dos personas. Es Él quien sella la vida del sacerdote por medio de la imposición de manos del Obispo, sencillo instrumento del Señor.

Lo que realiza el Espíritu Santo en cada sacerdote, en cada cristiano, es lo que conocemos como la unción. Aunque pueda ser acompañada del signo externo del aceite bendecido para ello, la unción del Espíritu no es otra cosa sino la dedicación y la consagración para un fin, para una misión. El fin es la salvación, la misión es la evangelización, de la cual es el primer protagonista. El Espíritu actúa internamente en la persona del que es ungido. Y la unción no es para un momento o para una coyuntura determinada: es para siempre. Por eso, otorga unos dones, con los que el ungido y consagrado actúa, amén de otros carismas que regala y ofrece en beneficio no de unos pocos sino de todo el pueblo de Dios. Actúa internamente para manifestarse en la conducta y testimonio del consagrado. Por eso, como lo hemos aprendido en el catecismo, quien se deja guiar por el Espíritu produce unos frutos especiales, que reafirman la tarea de discípulos y testigos del Señor.

5.
En el caso de los sacerdotes (diáconos y obispos), luego de la imposición de las manos del Obispo, por la oración consecratoria, ellos reciben el don del Espíritu Santo. Es un don permanente, para siempre: por eso se indica que el sacramento del Orden imprime carácter. Es decir, sella para siempre la vida y ministerio de quien lo recibe: no es otra cosa sino la configuración a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

Para poder actuar en nombre de Cristo y también de la Iglesia, el sacerdote cuenta con la fuerza del Espíritu Santo que lo guía, lo anima y le da el poder ejercer el ministerio a favor del pueblo de Dios. El Espíritu Santo es quien realiza la transformación interna del sacerdote –la dignatio divina de la que nos hablaban los Padres de la Iglesia-. Así, cuando el sacerdote ejerce las funciones que le son propias, lo hace bajo la guía, inspiración y fuerza del Espíritu.

Entonces, como profeta y maestro, no enseñará su doctrina, sino la Palabra de vida: y lo hará de tal manera que cumplirá lo que enseña la escritura, pues tendrá siempre la Palabra en su corazón y en sus labios… más aún, lo que predique se cumplirá, pues hará que sus interlocutores puedan acceder al seguimiento de Jesús por el camino de la novedad de vida, o mejor dicho la salvación.

Como pastor, sin duda, el sacerdote podrá cumplir con su oficio de amor o caridad pastoral, porque quien le inflama ese amor por la grey es precisamente el Espíritu. Todo sacerdote que sea consciente de esta realidad entenderá que su preocupación por el rebaño de Dios no es una mera profesión, sino la realización de un misterio; es decir, de una presencia actuante de Dios a través suyo.

Por ser santificador, el Espíritu de Santidad que se recibe en la Ordenación no sólo ayudará a que el sacerdote sea santo de verdad, sino que permitirá que santifique al pueblo de Dios. En el ministerio santificador, el sacerdote no actúa por simple rutina o por mero rubricismo. No. Es guiado por el Espíritu del Señor. Cuando perdona los pecados lo hace por la fuerza que le da el Espíritu; cuando bautiza y hace nacer nuevos hijos de Dios, lo hace por inspiración del Espíritu; cuando celebra la Eucaristía, es el Espíritu quien se vale del sacerdote para transformar el pan y el vino en el Cuerpo de Jesús… Así como el Espíritu es quien hace que cada creyente pueda llamar a Dios Padre, asimismo el Espíritu es quien hace que cada sacerdote reconozca que esté configurado a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, Buen Pastor, y como Él, sea causa de salvación para todos (cf. Heb 5,9).

6.
Con la ayuda de sus sacerdotes, también el pueblo de Dios ejerce su vocación sacerdotal con la luz y gracia del Espíritu. Desde el día del bautismo cada creyente está convocado a una vida según el Espíritu. En esa experiencia continua, alimentada por el ministerio de los sacerdotes, cada creyente y todo el pueblo de Dios no sólo viven la espiritualidad que le es propia, sino también cumplen con la tarea de ser puente, camino y casa de comunión entre Dios y la humanidad. Lo hacen desde su pertenencia a la Iglesia, llamada ser servidora de la humanidad.

La misión de este pueblo sacerdotal es invitar y ayudar a todo ser humano a que alcance la salvación. Para ello, además de ofrecerse a Dios como hostias vivas, sus miembros se convierten en lugar de encuentro y en puentes para que la humanidad conozca al Salvador y opte por seguirlo. Es la tarea de siempre de la Iglesia. En esta línea, es importante tener en cuenta que todo ello es posible porque quien es el protagonista auténtico de la misión de la Iglesia es el Espíritu Santo.

Es Él quien va suscitando los diversos carismas dentro de ese pueblo sacerdotal, para que cada quien pueda cumplir con la misión de la Iglesia. Es Él quien actúa e inspira la acción de los laicos en el mundo para transformarlo en un cielo nuevo y en una tierra nueva. Es Él quien va haciendo que el compromiso por la justicia, la paz, la reconciliación, la solidaridad, la fraternidad… sea cierto y eficaz Es ese Espíritu quien conduce a la Iglesia para que sea Luz de las naciones, para que los creyentes sean luz del mundo y sal de la tierra… para que, en el fondo, con su entrega y su responsabilidad apostólica, los creyentes entusiasmen de verdad a los demás por las cosas de Dios.

7.
Cristo, el Sacerdote Eterno nos ha dado el ejemplo y nos ha enseñado el camino. En la Sinagoga de Nazaret reconoció que desde su encarnación se estaba cumpliendo en Él lo anunciado por el Espíritu. También Él se hizo presente en el mundo por obra y gracia del Espíritu, para cumplir con la promesa de salvación. Pero lo hizo como Sacerdote eterno, ungido por el Espíritu: así no sólo anunció la libertad a los cautivos y dio la vista a los ciegos, sino que también anunció el evangelio a los pobres y dio la liberación a los oprimidos… pero sobre todo, inauguró el tiempo de gracia, es decir de la salvación.

Cumplía así la voluntad del Padre, quien en varias oportunidades según nos relata el Evangelio, habló para invitar a que escucharan a su Hijo, el predilecto. Y lo hacía en plena comunión con el Espíritu de Dios, el cual concedió a sus discípulos y con el que marcó a quienes había elegido.

Queridos hermanos sacerdotes:

Dentro de algunos instantes renovaremos las promesas sacerdotales delante del pueblo, que es testigo ante Dios de lo que haremos. En este Año Sacerdotal es importante y necesario que centremos nuestros pensamientos en el ser que nos identifica. Al hacerlo, no sólo reafirmaremos lo que somos y le daremos una garantía a nuestra gente; también podremos hacer realidad lo que Pablo le decía a Timoteo, de reavivar continuamente el don recibido por la imposición de las manos.

Les invito a que, de verdad, dejemos que sea el Espíritu quien guíe y dirija nuestro ministerio. El ha sellado en nosotros nuestra propia identidad al configurarnos a Cristo Sacerdote Eterno de la nueva alianza. El nos da su carisma y otros tantos dones para que seamos auténticos servidores del pueblo de Dios. El fortalece nuestra debilidad y nuestra fragilidad, al hacernos imagen del Pastor bueno; esto es, íconos vivientes del amor redentor del Señor Jesús.

Queridos Hijos e Hijas:

Quiero agradecerles el cariño que profesan a sus sacerdotes. Ellos están al servicio de todos ustedes. Ustedes los necesitan: por eso les exigen santidad, dedicación y generosa disponibilidad. Ellos también necesitan de ustedes: no sólo de su aprecio y reconocimiento, sino sobre todo de su oración y su acompañamiento. Estamos llamados a ser un pueblo de comunión, que realice la ofrenda sacerdotal de cada una de nuestras vidas por la salvación del mundo. Ustedes no lo podrían realizar sin ellos; ellos han sido consagrados para realizarlo en la comunión del servicio con ustedes.

En esta hora que vive el mundo, desde este rincón tachirense, renovemos nuestra fe en el sacerdocio de Jesús, en la actuación del Espíritu en cada uno de nosotros y en nuestros sacerdotes. Hemos venido en peregrinación a esta celebración para acompañarlos, para ser testigos de la renovación de sus promesas… y también para comprometernos con la Iglesia y con Dios a vivir como ovejas que se dejan guiar por cada uno de ellos hacia los pastos seguros de la salvación.

Como expresión de esa fe en el sacerdocio de Cristo, presente en nosotros como pueblo sacerdotal y, de manera particular en cada uno de ellos, les invito a hacer un signo, muy humano y cristiano a la vez: de pie con al mirada puesta en ellos que reflejan al Pastor Bueno y Sacerdote Eterno, brindémosle el más cálido y sonoro aplauso de reconocimiento, comunión y amor.



+ Mario del Valle Moronta Rodríguez

25/3/10

“Cristo, pan de vida”, curso de formación en la Universidad Católica del Táchira

Prensa DiócesisSC.- La Universidad Católica del Táchira en la Facultad de Ciencias de la Religión, dicó el curso “Cristo, pan de vida” del 22 al 24 de marzo en las instalaciones de la universidad en Barrio Obrero, así lo informó el presbítero Félix Caicedo, ponente de esta actividad.
Caicedo destacó, que con este curso se está colocando en práctica lo señalado en los estatutos del II Sínodo Diocesano, como es formar y culturizar a los fieles, en especial a quienes prestan servicio en las diferentes pastorales en las comunidades parroquiales de la Diócesis de San Cristóbal.
Este curso de Eucaristía “Cristo, pan de vida”, fue estructurado para ser presentado en tres partes, siendo la Celebración Eucarística, Fuente y Culmen de Vida y Vivencia de la Eucaristía, en el que participaron jóvenes y adultos de las diversas parroquias de la Diócesis de San Cristóbal.
El fin de este curso fue que las personas sientan y vivan la Eucaristía en toda su expresión, siendo explicado detalladamente cada una de las partes que comprenden este rito litúrgico.
Esta actividad es parte de una serie de talleres de formación que serán facilitados en la Universidad Católica del Táchira y la Diócesis de San Cristóbal.

20/3/10

HOMILIA ORDENACION DIACONAL DE ERIS ANAYA

A continuación presentamos la Homilía de Mons. Mario Moronta, pronunciada este sábado 20 de marzo en la Ordenación Diaconal de Eris Anaya en la Rectoría San Juan María Vianney de Barrio El Rio – San Cristóbal.

Uno de los rasgos más significativos del Señor Jesús es el servicio. No sólo se autodefinió como “servidor”, sino que también nos dio el ejemplo en aquel hermoso y tierno episodio del lavatorio de los pies. En ese momento, incluso, le pidió a los discípulos que hicieran lo mismo, para que demostraran de verdad que lo seguían e imitaban. Por otra parte, la misma Palabra de Dios nos enseña que servir, en el pensamiento de Jesús, no era algo protocolar. El no vino a ser servido, sino a servir: es decir, a dar la vida por la humanidad. Servir es eso: arriesgarse por la salvación de todos.
A la vez, Jesús asume las enseñanzas del profeta cuando se refiere al “Siervo de Yahvé”. El Señor Jesús lo hizo desde el inicio: nació pobre, se rebajó y se hizo pequeño para engrandecer y enriquecer a la humanidad. Allí, en ese “empobrecimiento” se manifestó su mayor capacidad de servicio: precisamente, porque se hizo pequeño y pobre aceptó el reto de la Cruz y la glorificación de la resurrección. Dios su vida por todos, sin acepción de personas.
Para continuar su obra en el mundo a lo largo de la historia, el mismo Señor hizo que sus discípulos fueran configurados a Él. Esto se da gracias a la acción del Espíritu Santo y por la imposición de las manos. Es lo que realiza el sacramento del Orden. Como bien sabemos, existen tres grados en el sacramento del Orden: El diaconado, el presbiterado y el episcopado. Hoy nos convoca acá en esta comunidad la ordenación diaconal de un joven que ha estado realizando su trabajo pastoral en medio de ella. Por la imposición de las manos del Obispo y la oración de consagración quedará marcado para siempre y se convertirá en servidor, a imagen del Señor que se entregó por la salvación de los demás.
A imagen de Cristo servidor, el nuevo diácono realizará sus encargos pastorales, acompañado ciertamente de la gracia y fuerza del espíritu, pero mostrando con su testimonio que actúa en nombre de quien no vino a ser servido sino a servir. Servir no significa ser útil. Esto es lo que nos dice el lenguaje cotidiano. Es lo que pretende también el mundo cuando habla del servicio de las gentes: que sean útiles para intereses particulares. Entre nosotros es diverso: servir es algo mucho más profundo: es entregar la propia vida para la salvación de los demás. En esto se actúa en nombre del Señor. Ese servicio tiene tres grandes dimensiones que realiza el diácono con sus tareas y actitudes.
En primer lugar, el servicio de la Palabra. Este servicio no se limita a acciones de enseñanza y de proclamación, que son necesarias. Va mucho más allá: es, desde la propia vivencia de la Palabra que ha hecho suya, animar, contagiar y entusiasma r a otros, sus oyentes, para que la asuman como regla de vida y así puedan sentir lo que Pedro le respondió al Maestro en una oportunidad: “¿A quién iremos si sólo Tú tienes palabras de vida eterna?” En segundo lugar, el servicio de la celebración de los misterios de la fe, en la Liturgia. En ella, lejos de lo que mucha gente piensa, el diácono no actúa como simple ayudante o como ceremoniero. Es lago mucho más profundo, ya que actúa para animar en la comunidad la participación y disfrute de los sacramentos que son signos sensibles de la gracia y de la salvación. Entonces, el diácono alienta a todos a ir en el camino de la novedad de vida. Y, por último en tercer lugar, tenemos el servicio de la caridad. No se trata de que el diácono organice obras de asistencia. Hay un elemento mayor: el diácono es un signo personal en la comunidad de la opción preferencial por los pobres y excluidos. El es testimonio vivo del amor de Dios, creando también comunión y fraternidad.
Dentro de unos momentos, por la gracia de Dios, luego de haber respondido a la llamada de Dios, Eris será marcado con la fuerza del espíritu para convertirse en servidor a imagen de Cristo. A partir de ese momento, su vida se transforma interiormente para siempre. Está destinado y consagrado para ser el hombre de la Palabra, de la comunión y de la caridad. Está llamado y ungido por Dios para hacer realidad el abrazo amoroso de un Dios que salva y que se sigue manifestando en el ministerio diaconal de sus elegidos. Está marcado y dedicado para ser constructor de la comunión y para hacer realidad la fraternidad, desde su entrega y disponibilidad total. Por eso, les invito a que sigamos orando siempre por él, a fin de que sea testimonio vivo de perseverancia y fidelidad en medio del pueblo de Dios.
Querido Hijo:
Cumplidos los tiempos de formación previa en el Seminario y luego de un tiempo de maduración pastoral, hoy comenzarás a ser testigo de Cristo servidor. Serás marcado por la fuerza del espíritu, quien te ayudará con su gracia. Sabemos de tu capacidad de entrega y tu generosidad en el servicio, en particular a los más necesitados. No dejes de actuar nunca bajo la guía de ese Espíritu que te sella para siempre con su acción santificadora. El reforzará los dones que un día recibiste en la confirmación; ayer para ser testigo valiente del Evangelio, hoy para ser servidor decidido de ese mismo Evangelio.
Quienes confían en ti, lo hacemos por el testimonio que has dado y estás dando. Por eso, te animo a seguir creciendo en el amor de Dios, del cual has sido constituido heraldo y signo. No tengas miedo a las dificultades, no vaciles ante los problemas, no temas ante las injusticias; al contrario, sé decidido ante las esperanzas de tu pueblo, presta oído a sus clamores y ofrece continuamente tu vida por las ovejas que se te encomiendan.
Que María, Madre de Dios te acompañe con su maternal protección y que San Miguel y el Santo Cura de Ars te ayuden con su intercesión ante el Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo, el Señor. Amén.
+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

Fiesta de San José: “todos somos llamados a ser custodios de Cristo”


Prensa DiócesisSC.- En la fiesta de San José, esposo de la virgen María, las parroquias que están bajo su patrocinio celebraron esta festividad. El obispo de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta, presidió las eucaristías el pasado 19 de marzo en las parroquias San José, de Bramón y de Colón, respectivamente.

El Obispo manifestó la tarea de custodio que realizó San José, ejemplo para todos los cristianos llamados a resguardar a Cristo. “San José es custodio del Niño Jesús, y hay una consecuencia, que todos somos llamados a ser custodios de Cristo”. También explicó Mons. Moronta que los fieles deben cuidar a Cristo en dos sentidos, “primero en la proclamación de la Palabra para que sea conocido, y en segundo lugar haciendo respetar su evangelio”.

De igual manera Mons. Mario Moronta compartió la eucaristía con los feligreses de la parroquia San José de San Cristóbal, el pasado jueves, donde administró el sacramento de la confirmación a un grupo de jóvenes de esa comunidad. Y este domingo presidirá la eucaristía en la parroquia San José de Bolívar, donde nuevamente reflexionará sobre las virtudes del Padre Putativo de Jesucristo.

18/3/10

Lectio Divina: “Desde lo hondo a ti grito Yahvé”


Prensa DiócesisSC.- Este jueves se llevó a cabo la Lectio Divina, dirigida por Mons. Mario Moronta, en la parroquia San Juan Bautista de la Ermita. En este encuentro de oración reflexionaron sobre el contenido del Salmo 130, “Desde lo hondo a ti grito Yahvé”.

El Obispo de San Cristóbal indicó que este salmo, “es una petición confiada de alguien que tiene necesidad de Dios, con la confianza de que los oídos de Yahvé están atentos a la suplica”, dijo.

Mons. Moronta recomendó a los participantes de esta oración bíblica a tomar este salmo como guía en la visita a los siete templos, que tradicionalmente se hace en semana santa.
De igual manera informó que la próxima Lectio Divina se realizará el 15 de abril en la antigua sede de la Universidad Católica del Táchira.

16/3/10

LA PASTORAL JUVENIL INVITA A:



La Lectio Divina
Este Jueves 18 el Obispo Mons. Mario del Valle Moronta se reúne con los jóvenes a orar con la Palabra de Dios. Por ello, le invitamos a usted joven, a su familia y a sus amigos a conocer esta nueva manera juvenil de orar con la Palabra. Será en la Parroquia San Juan Bautista de la Ermita a las 7pm. Invita a tus panas…. Un momento con la Palabra de Dios nos cae súper bien a todos.

La Escuelas de Formación
A los sacerdotes, a los jóvenes de todas las parroquias, a quienes participan de nuestras escuelas de formación, de colegios, liceos y universidades queremos invitarle este sábado 20 de Marzo en las Instalaciones de la UCAT sede nueva, a participar de las Escuelas de Formación: Pre juvenil “Cristo es lo Primero”; Discipular “maestro tú, discípulo yo”, Social “Más allá de mí” y de Acompañamiento juvenil “Caminemos juntos”. Las Escuelas tienen la siguiente temática para esta jornada: Liderazgo pre juvenil, liderazgo y animación juvenil, taller de doctrina social y el camino desarrollado por la Pastoral Juvenil, respectivamente. Temas que los mismos jóvenes nos han solicitado. Se estarán impartiendo en el horario que comúnmente tenemos desde las 8am a 12:00m. Será una jornada interesante porque también estaremos esperando a los jóvenes participantes de la Escuela de Lideres pasada.

11/3/10

Sacerdotes de Táchira y Puerto Cabello dieron cristiana sepultura al Pbro. José G. Zambrano



Prensa DiócesisSC.- El presbiterio de las diócesis de San Cristóbal y Puerto Cabello dieron su último adiós al presbítero José Gregorio Zambrano Pérez en las honras fúnebres que se celebraron el pasado miércoles en la parroquia San Pedro Apóstol de Seboruco.

Este sacerdote del Táchira pero que prestaba su servicio a la Diócesis de Puerto Cabello, falleció el lunes 8 de marzo internado en el Hospital San José, de Maiquetía – estado Vargas, mientras permanecía bajo observación médica luego de haberle sido diagnosticado una grave enfermedad.

Luego haber sido velado en capilla ardiente en la Catedral de Puerto Cabello, su cuerpo fue trasladado hasta su pueblo natal, Seboruco, donde fue recibido por sus familiares, conocidos, y hermanos sacerdotes. Quienes celebraron misas durante su velación en su casa de habitación.

El Obispo de la Diócesis de Puerto Cabello, Mons. José Viloria Pinzón, junto a una representación de sacerdotes y fieles de esa Iglesia rindieron un homenaje póstumo al Pbro. José Gregorio Zambrano haciendo entrega a sus familiares de la Condecoración Diócesis de Puerto Cabello en su Primera Clase, durante una de las misas celebradas en la casa del Sacerdote fallecido. Mons. Viloria Pinzón, expresó su agradecimiento por el trabajo del Sacerdote quien actualmente era el administrador de esa diócesis.

En horas del medio día los restos del Sacerdotes fueron trasladados al templo parroquia de la localidad de Seboruco, donde el Obispo de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta presidió la misa fúnebre acompañada del Obispo de Margarita, Mons. Jorge Quintero, un nutrido número de sacerdotes. El Obispo de San Cristóbal destacó en la homilía la configuración del Padre Zambrano a la Palabra de Dios y al ministerio que ejerció con mucha jovialidad en sus diversas responsabilidades pastorales.

Finalizada la eucaristía el cuerpo del Padre Goyo (Pbro. José Gregorio Zambrano Pérez), fue trasladado en hombros por sus hermanos sacerdotes hasta la capilla principal del cementerio municipal de Seboruco donde fue sepultado.



8/3/10

Falleció joven Sacerdote del Táchira


Prensa DiócesisSC.- Este lunes en horas del medio día falleció el Sacerdote José Gregorio Zambrano Pérez, quien pertenecía la Diócesis de San Cristóbal, nativo de Seboruco. Quien desde hace seis años prestaba servicios pastorales en la Diócesis de Puerto Cabello.
El Pbro. José Gregorio Zambrano Pérez nació en seboruco el cinco de octubre de 1971. Realizó sus estudios de primaria en la U.E. Ramón Belardi de su población. Y sus estudios segundarios en el Seminario Diocesano Santo Tomas de Aquino, institución donde también curso sus estudios Filosóficos y Teológicos. Su ordenación Presbiteral fue el 30 de diciembre de 1999, por imposición de manos de Mons. Mario Moronta en la parroquia Santa Rosa de Lima de Seboruco.
En la Diócesis de San Cristóbal realizó trabajos pastorales como Vicario en la parroquia San Antonio de Padua (2000), de Pregonero; Capellán de la 2103 Batería de Artillera de Defensa Antiaérea (2001), en Siberia – municipio Uribante; Y desde el año 2004 fue misionero en la Diócesis de Puerto Cabello, como Ecónomo de esa Iglesia local y Párroco de las parroquias Nuestra Señora del Carmen y San Pío X.
Sus restos fueron velados en Capilla Ardiente en la Iglesia Catedral de San José, Puerto Cabello. Y en la mañana de hoy partirá el cortejo fúnebre hasta Seboruco, estado Táchira. Y el acto de sepelio se realizará este miércoles en su pueblo natal.

Obispo en San Antonio: “Esta frontera no le duele a nadie”


Prensa DiócesisSC.- El pasado fin de semana el Obispo de San Cristóbal, Mons. Mario del Valle Moronta Rodríguez, realizó visita pastoral a la parroquia Sagrada Familia del municipio Bolívar. La feligresía de esta comunidad recibió fervorosamente al pastor diocesano, quien además visitó las diversas instituciones públicas y privadas durante su estadía en la frontera.
En su agenda el Obispo sostuvo un encuentro con representantes de la Cámara de Comercia Industria y Producción de San Antonio del Táchira, donde trató algunas de los problemas que aquejan a este gremio.
“El contrabando, sobre todo el problema de la gasolina está ocasionando mucha degeneración moral, eso se resolvería si se aplicara los acuerdos binacionales que existen. Y creando un estatuto especial de frontera, donde hallan ciertas prerrogativas que favorezcan la cultura, la educación, y el deporte de la frontera”, dijo Mons. Moronta.
Señaló el Obispo la intensión que tiene la Iglesia para cooperar en las situaciones que sufre la frontera. “Departe de la Iglesia estamos dispuestos a cooperar, para seguir trabajando. Porque esta frontera no le duele a nadie, solo a los que estamos aquí. Gran parte de las esperanzas o problemas que puedan vivirse en Venezuela o Colombia, se deben empezar a solucionarse por aquí. Trabajando primero en lograr la integración”.
El Obispo de San Cristóbal y la Cámara de Comercio acordaron seguir trabajando por el bienestar socio cultural de la frontera, tratando de integrar a instituciones tanto del interior del país como de Colombia. Finalmente Mons. Moronta Rodríguez les exhortó a tener esperanza en la labor que realizan como productores para favorecer la estabilidad económica y social de la frontera.
Comunidades de Base
También el Prelado durante su visita a la parroquia Sagrada Familia se reunió con las Comunidades Eclesiales de Base a las cuales invitó a unirse al estudio de la Palabra de Dios que se está realizando en los diversos sectores y barrios de la comunidad.
Informó Mons. Moronta, que esta semana, del 11 al 14 de marzo, realizará la visita pastoral a la parroquia Nuestra Señora de Coromoto, en San Cristóbal.

3/3/10

Sacerdote revisan proyecto de educación en principios y valores


Prensa DiócesisSC.- El presbiterio de la Diócesis de San Cristóbal se reunió este martes en el Seminario Diocesano para compartir algunos aspectos pastorales que se desarrollan en la Iglesia del Táchira. La plenaria fue dirigida por el Obispo, Mons. Mario Moronta, y los Vicarios Episcopales, Mons. Ángel Delgado y Pbro. Bourelli Arellano.

Unos de los aspectos resaltantes de esta reunión fue la revisión del convenio firmado entre la Diócesis de San Cristóbal y la Zona Educativa Táchira. Mons. Moronta indicó que esta alianza para la “Educación en Principios, Valores y Actitudes es una puerta abierta para no perder la educación religión escolar en las instituciones educativas. Ya que será una educación en principios y valores pero iluminados por la Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia, y otros elementos legales y pedagógicos”, dijo el Obispo.

El proyecto para la formación moral en principios, valores y actitudes fue presentado a los sacerdotes por los licenciados Yosmen Gil y Littybell García de Rosales, representantes de la Zona Educativa. Quienes señalaron que este convenio enfoca una serie de herramientas, las cuales permiten invertir en beneficio de la principal riqueza de Venezuela, la Educación. De manera especial buscaran la transformación de cada uno de los corresponsables del sistema educativo, para que la comunidad y la familia sean enriquecidas con principios y valores.

Misa Crismal
En otro orden de ideas, los sacerdotes también invitan a toda la colectividad tachirense a participar de la Misa Crismal que se efectuara el 27 de marzo en la parroquia San Miguel Arcángel de Abejales, Municipio Libertador. Eucaristía que comenzara a las 10 de la mañana, y donde se bendecirán los Santos Oleos y los sacerdotes renovaran sus compromisos sacerdotales.

Falleció Sacerdote Redentorista, Demetrio Ilzarbe Azcona


Prensa DiócesisSC.- El pasado sábado, en horas de la noche, falleció el Sacerdote Redentorista Demetrio Ilzarbe Azcona a la edad de 94 años de edad, de los cuales 83 de ellos vividos junto a la Congregación fundada por San Alfonso de Ligorio, Los Redentoristas. El sacerdote estaba residenciado en la parroquia Perpetuo Socorro, donde se dedicaba a la oración, la confesión y la dirección espiritual.

Las exequias se efectuaron este lunes en la parroquia donde residía, ceremonia que fue presidida por Mons. Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal. Quien lamentó la muerte del religioso y recordó algunas charlas que sostuvo con el padre Demetrio, “en una conversación me comentó que al despedirse de sus padres en España, les dijo: ‘nos vemos en la eternidad´. Y lo decía con fe. Seguramente ya estará con ellos gozando de la felicidad eterna”, dijo el Obispo.

La homilía de esta celebración fue dirigida por el Padre Eric Pérez, Viceprovincial de Los Redentoristas en Venezuela, quien señaló en su mensaje que el padre Demetrio “recorrió distintas veredas, en Colombia, y variados caseríos en Venezuela, siendo parte de un nutrido grupo de jóvenes sacerdotes redentoristas que anunciaron la abundante redención en las misiones populares”, dijo el Sacerdotes.

Describió el Padre Viceprovincial a Demetrio Ilzarbe como un “compositor, organista y cantante, hombre que supo interpretar la mejor sinfonía, la vida, escrita sobre el pentagrama de su fe en clave siempre de esperanza”. Finalizó el Padre Eric Pérez indicando que “este misionero ´ha dado la vida´ por la redención, uniéndola a la de Cristo”.

El Padre Demetrio Ilzarbe Azcona era de Navarra, España, nació el año 1916. Y realizó sus votos religiosos en la Congregación del Santísimo Redentor el 24 de agosto de 1934. Fue Ordenado Sacerdote el 21 de marzo de 1942. A Venezuela llegó para realizar una importante labor pastoral en 1970, luego de realizar trabajos misioneros en Colombia. En la Diócesis de San Cristóbal cumplió funciones de párroco en las Iglesias Jesús Obrero, del 23 de Enero, y Perpetuo Socorro, de Barrio Obrero.

Mons. Moronta: “La Fría es un pueblo de buenas noticias”


Prensa DiócesisSC.- La parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de La Fría, recibió la visita pastoral de Mons. Mario Moronta. Durante varios días el Obispo visitó diversas instituciones educativas, hospitales, comunidades de base, autoridades civiles y militares del municipio García de Hevia.

El Obispo de San Cristóbal, Mons. Moronta, expresó la importancia de resaltar las buenas noticias de esta población. “La Fría es un pueblo de buenas noticias, conseguí buenas noticias: el trabajo de las comunidades de base, de las universidades, de los liceos, de las escuelas, de las autoridades. Es verdad que hay dificultades, pero también hay mucha esperanza en las personas, y debemos tener la capacidad de difundir las buenas noticias”, dijo.

Invitó el Prelado a unir esfuerzos entre todos para que se trabaje en favor del municipio. Dijo Mons. Moronta, “invitó a todos a que unamos esfuerzos con todo el potencial que tenemos en La Fría, para que incluyamos a todos y respetemos las diversas ideologías, y miremos hacia adelante trabajando. Debemos cooperar entre todos para que la cultura, el deporte, la solidaridad sea lo que nos identifique como pueblo”.

Finalmente informó el Obispo que del 27 al 30 de mayo, realizará la visita pastoral a la parroquia Santísima Trinidad también de la Fría, para seguir compartió la fe, la esperanza y la caridad con las fieles del municipio García de Hevia. Y este fin de semana, del 4 al 7 de marzo, visitará la parroquia Sagrada Familia del municipio Bolívar.

Resultados Preliminares del Diagnostico Moral del Táchira